Hoy quiero hablar de las guardias y esto (ya te digo yo que) no te lo van a enseñar en ninguna facultad. ¿Cómo se hace una guardia en el periodismo deportivo?
Hacer guardia es quedarse quieto en un sitio a la espera de que salga o de que llegue alguien. Y ese alguien puede ser el representante de un jugador. El presidente de un club. Un deportista que llega al aeropuerto con una medalla. O puede ser cualquier persona que pueda hacer una declaración que no nos podemos perder, porque tiene interés o porque es noticia.
Esta es la teoría, pero en la práctica, ¿Cómo se hace una guardia en el periodista deportivo?
Es, fundamentalmente, esperar horas y horas sin hacer nada. Pasando el rato. Aburrido. Agazapado a la espera de que salga tu presa para poder asaltarla con tu micrófono y preguntar sin compasión. Pero, hasta que llega ese momento (si tienes suerte y llega) hacer guardia es un peñazo insoportable.
Durante mi carrera he hecho guardias en la puerta 44 del Bernabéu, al sol y a la sombra del escaparate de la zapatería. (El que ha estado allí sabe de qué hablo). He hecho guardia bajo el túnel de la puerta 0 del Vicente Calderón. Y al menos ahí debajo hay que reconocer que se estaba fresquito. He hecho guardias en la puerta de la federación de fútbol en Las Rozas, y antes en la sede de Alberto Bosch, para saber las sanciones de competición y apelación y del TAD. He hecho guardias en Butarque y en Getafe. En el CSD y en la sede de la Liga y hasta en alguna comisaría. E hice guardia dos días seguidos en la puerta de Anticorrupción por aquel posible amaño del Levante-Zaragoza.
Se pasan muchas horas sin hacer nada, pero si te lo montas bien es divertido. Porque puede haber guardias en solitario, pero las mejores son en compañía. He conocido a un montón de compañeros haciendo guardias, gente con la que pasas tantas tiempo seguido que creas hasta un lazo y una unión para toda la vida. En Los Ángeles de San Rafael, en las concentraciones del Atlético de Madrid, jugábamos hasta a las cartas.
Aunque también es cierto que muchas costumbres se están perdiendo y ahora, con los móviles, cada uno va más su bola durante una guardia y no hay tanta conversación. Pero sigue habiendo una cosa que no cambia. Y es el momento en el que sale el protagonista al que llevas todo el día esperando. Es entonces cuando todo se acelera. Te olvidas de las horas de espera, y como un león te abalanzas sobre tu presa. Corres detrás hasta alcanzarla y preguntas. Y preguntas. Y vuelves a preguntar haya o no haya respuesta. Eso da igual. Es la ley de la selva en la que solo sobreviven los más fuertes y los que mejor preguntan.
Ese momento dura solo un minuto. A veces dos. Y en ocasiones solo unos segundos. Pero si hablan, si consigues una declaración que merece la pena, la satisfacción que te vas llevar es tan grande como un orgasmo. Si lo consigues, ¡Enhorabuena, disfrútalo! Y solo el que lo ha vivido sabe de lo que hablo.
Ahora ya sabes cómo se hace una guardia en el periodismo deportivo.